CÓMO SE CREA LA RESISTENCIA A HERBICIDAS Y QUÉ HACER PARA EVITARLA.

Las características de los herbicidas y la biología de las malezas difícilmente pueden ser manipuladas por el agricultor, sin embargo hay ciertas prácticas que se pueden hacer para evitar la resistencia de las malezas a los herbicidas

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Ing. Agr. Alfredis N. López Dicurú / amyc.tecnoagricola@gmail.com

Seguramente habrás sido testigo de cómo en el campo, para controlar las malezas en los cultivos, se aplican dosis de herbicidas superiores a las recomendadas en la etiqueta, puesto que se tiene la creencia y la seguridad de que así “quedarán bien muertas”. La práctica anterior no es recomendada. Un agricultor que realice esto una y otra vez, sin saber, puede estar provocando el desarrollo de resistencia de las malezas a ese herbicida. En efecto, tras haber obtenido buenos resultados usando un producto por determinado tiempo, las malezas “dejan de morirse”. Es entonces cuando escuchamos expresiones como “ya este producto no sale igual que antes”, “ahora es pura agua” o cosas por el estilo.

Es importante entonces conocer cómo se crea resistencia a herbicidas y qué hacer para evitarla.

En primer lugar, la resistencia de malezas a herbicidas es un proceso de evolución. Puede definirse brevemente como aquella situación en la que una determinada población de una especie de malezas sobrevive a la aplicación de un herbicida que normalmente las controlaba. Aquí la palabra clave es “Población”. Evidentemente, cuando se aplica un producto se hace sobre una población heterogénea, debido a las diferencias genéticas que normalmente hay entre los individuos que la conforman.

Es por estas diferencias que se puede originar una pequeña proporción de individuos con genes de resistencia, que tienen la capacidad para sobrevivir a la aplicación de un producto que en teoría debería eliminarlos eficazmente; en otras palabras, vamos a empezar a ver que después de la aplicación del herbicida en el campo, hay una pequeña proporción de plantas maleza que no mueren. Los pocos individuos que sobreviven por ser naturalmente resistentes al herbicida, lograrán reproducirse, y darán una siguiente generación de malezas que también tendrán la capacidad de sobrevivir al herbicida en cuestión. Cuando esto ocurre una y otra vez, ciclo tras ciclo, el banco de semillas del suelo se va enriqueciendo con semillas de “sobrevivientes” o resistentes a ese herbicida. Esto supone un cambio de la composición genética de la población (aumento de la frecuencia de alelos de resistencia) que se manifiesta por un aumento gradual de la proporción de individuos resistentes hasta que llegan a ser mayoría en la población, con lo que se dice que “la maleza ha desarrollado resistencia”.

Esto explica, por ejemplo, por qué el desarrollo de resistencia suele darse en focos o “manchones” dentro de la parcela, y es porque en esa zona hubo mayor acumulación de semillas de individuos resistentes.

El factor que determina el desarrollo de la resistencia es llamado “Presión de Selección” y está influenciado por características específicas de los herbicidas (especificidad en el sitio de acción, actividad bioquímica, espectro de control), factores relacionados con la biología de las malezas (composición genética original, fecundidad, persistencia del banco de semillas, adaptabilidad ecológica) y por ciertas prácticas de manejo de cultivo.

Las características de los herbicidas y la biología de las malezas difícilmente pueden ser manipuladas por el agricultor, sin embargo hay ciertas prácticas que se pueden hacer para evitar la resistencia de las malezas a los herbicidas.

1. No usar recurrentemente un mismo herbicida sobre una población de malezas.

Mientras más veces se aplique el mismo herbicidas más se estarán eliminando individuos susceptibles y “seleccionando” (y reproduciendo) individuos con alelos de resistencia. Lo recomendable es alternar o combinar herbicidas. En este particular es importante tener cuidado de usar herbicidas que tengan distintos mecanismos de acción (que no causen la muerte a la planta de la misma manera) porque entonces se estaría aumentando la presión de selección.

2. Hacer un chequeo del nivel de control después de cada aplicación y eliminar las plantas sobrevivientes.

3. No establecer monocultivo por un largo tiempo.

Generalmente el establecimiento de monocultivos viene acompañado con prácticas que terminan volviéndose monótonas también, entre ellas la estrategia de control de malezas.

4. Usar la dosis y volumen adecuado de herbicidas.

Hay que leer la etiqueta del producto y trabajar con las dosis recomendadas. Una sobredosis de producto provoca que los individuos que sobreviven y se reproducen sean los que tengan los más altos niveles de resistencia, por tanto la generación de malezas que provenga de la reproducción de ellos será de “súper resistentes”. Mientras que las dosis “suaves” aumentan la probabilidad de que los individuos susceptibles logren sobrevivir, ya que, o bien no llega suficiente cantidad del ingrediente activo al sitio de acción del producto, o los mecanismos de defensa de la planta alcanzan a degradar las moléculas del herbicida antes de que éste haga su efecto. También podemos estar induciendo cambios bioquímicos en los individuos que terminen por hacerlos resistentes, es decir, podemos convertir individuos medianamente susceptibles en individuos resistentes que también transmitirán sus características a la siguiente generación. Recuerda que también es una práctica aconsejable la calibración de asperjadoras.

5. Aplicar los controles antes de que la maleza comience a reproducirse.

6. Combinar el control químico de malezas con otros mecanismos de control.

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