Una visión parcial ante la Agroecología, ¿por qué no ha sido adoptada por muchos?

La transición de sistemas convencionales a sistemas ecológicamente más aceptables, no es un hecho corriente, pero tendrá que realizarse en algún momento.

Ing. Agr. J. Alberto Yépez / yepezalberto@gmail.com

 

 

La agroecología puede ser definida como ciencia, disciplina, arte y como un modo de vida. Implica una visión holística de la agricultura, que además trata de “imitar” los ciclos que se presentan en la naturaleza y adaptarlos a la producción de alimentos. Así mismo, en el sentido amplio de la palabra, tiene por objetivo el logro del bienestar de las personas que la practican.

 

El concepto anterior, tal vez puede aportar una idea más o menos somera de lo que implica esta práctica. La tendencia actual la ubica como una transdisciplina en la que sus componentes teóricos y metodológicos están basados en herramientas científicas disponibles, lo que quiere decir que utiliza información propia de otras disciplinas, multidisciplinas o interdisciplinas, además del conocimiento local para el logro de una agricultura más natural.

Sin  embargo, aunque la agroecología es una manera sustentable de producir alimentos, lamentablemente ha sido poco entendida por el ser humano, por lo que actualmente, las necesidades básicas de alimentación para los 7,2 mil millones de habitantes a nivel mundial, siguen siendo esencialmente cubiertas por agricultura convencional, involucrando el uso frecuente de fertilizantes inorgánicos y de agroquímicos, con excelentes rendimientos en los cultivos, pero a un costo ecológico muy elevado.

 

La agricultura orgánica, biodinámica, o natural, se presenta como una alternativa que busca mitigar el daño ocasionado por un sistema de producción nocivo para la naturaleza y el ser humano.

 

Adicionalmente, cuando se plantea instaurar un sistema basado en agricultura orgánica, se presentan también dos escenarios para el rechazo:

 

1.- Por costumbre o por herencia, las personas tienen una manera de llevar a cabo sus actividades y modo de vida, por lo que resulta difícil que de un momento a otro, cambien su manera de hacer las cosas. Solamente aquellos eventos que ponen en “jaque” la supervivencia de una civilización, llegan a ser causas suficientes para un cambio en la conducta de los individuos. El paso de la agricultura convencional a un tipo de agricultura menos agresiva, seguramente se dará de manera escalonada, pero en algún momento deberá instaurarse.

 

 Los cambios de mentalidad, y la transición y cambio de sistema, son producto siempre de una presión, y casi nunca por espontaneidad. Un ejemplo de esto en nuestro país, lo constituyen los llamados huertos urbanos, de los que antes no se hablaba, y que ahora se ha manejado como una práctica alternativa ante la escases de alimento. En tal sentido, en Venezuela el tema está de moda, ya que con 31 millones de habitantes que alimentar, la recesión agrícola que atraviesa nuestro país debido a diferentes razones, es un problema de marca mayor. Declaraciones recientes de FEDEAGRO, señalan que para el año 2016 se estima una producción de solamente el 10 % de la papa, el 18 % del tomate y el 13 % de la cebolla que demanda nuestra población. La baja en la producción nacional es lo que agrava aún más la situación de escasez de alimentos.

 

Pero en tiempos antiguos de bonanza petrolera, no se hablaba de huertos urbanos.

 

2.- El segundo escenario de incertidumbre ante la agroecología es el siguiente: ¿Puede realmente este manejo suplir toda la demanda de alimentos que el mundo necesita? Actualmente, de manera globalizada, la ciencia desconoce muchas de las interacciones que se presentan en la naturaleza, inclusive, aun cuando el número de especies extintas y en peligro de extinción  va en aumento a causa de la actividad humana, se estima también que existen aún muchas otras especies de plantas y animales no conocidos por la ciencia, por lo que si la agroecología busca imitar los procesos naturales para la producción de alimentos, se requieren más avances científicos para lograr entender y establecer de manera artificial, la simplicidad y complejidad de los procesos naturales.

 

Además, hay que acotar que los sistemas en la naturaleza se caracterizan por su resiliencia, es decir, por su capacidad de sobreponerse a ciertos eventos que comprometan su estabilidad. Lo explicaré con un ejemplo: en un sistema natural, por ejemplo un bosque, existe cierta complejidad y número de especies (vegetal y animal), lo que hace posible que exista mayor interacción entre las mismas. Esto es lo que garantiza una mayor estabilidad en este sistema. Para que un sistema agrícola, incluyendo la producción animal, pueda aumentar un poco su capacidad de resiliencia ante ciertos factores ambientales (plagas, clima, etc.), se debe procurar el uso de especies variadas, lo que generará más opciones de combinación y complementariedad entre las mismas, teniendo como base, que los insumos para la producción deben ser de carácter local, es decir, que siempre deben estar disponibles en la zona,  interpretándose esto como un sistema de auto abastecimiento continuo. La asociación de cultivos es una práctica muy beneficiosa en este sentido.

 

Es probable que en agricultura orgánica, la producción y rendimiento por planta varíe en relación a la obtenida convencionalmente, pero ayudará a la recuperación de suelos que han sido explotados por años, lo que incrementaría su vida útil a más años de tiempo productivo, así como una reducción en la contaminación.

 

Finalmente, la agroecología manipula en el buen sentido nuestro entorno, para lograr lo que necesitamos. Para ello, primeramente debemos tener bien claro nuestros objetivos, y precisar una serie de conocimientos técnicos, usando a su vez la lógica y el sentido común, con pleno conocimiento de las plantas con que se trabajan, ya que esto nos permitirá desarrollar los criterios para su manejo.

 

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