Diferentes cepas de Trichoderma y Bacillus se pueden emplear para el control de diferentes patógenos, tales como Fusarium, Phytophthora, Colletotrichum, Alternaria, Cladosporium, entre otros. Conoce los siguientes 6 consejos para su aplicación en los cultivos.
Por. Ing. Agr. J. Alberto Yépez/ yepezalberto@gmail.com/ twitter: @yepezzalberto
Desde hace varias décadas, se viene hablando de una agricultura de bajos insumos, orgánica, conservacionista, entre muchas otras definiciones y terminologías. Lo cierto, es que muchos profesionales del campo compartimos un mismo punto de vista: quienes producimos alimentos, tenemos la obligación de emplear “Buenas Prácticas Agrícolas”, de modo que no comprometamos los recursos, el medio ambiente, y la salud humana.
Para lo anterior, debemos extraer lo mejor de la agricultura convencional, tradicional y la orgánica, sin tomar una posición extremista en cada una de ellas, y adaptarlas al medio en donde nos encontramos y al tipo de cultivo con que estemos trabajando.
Dentro de la agricultura orgánica, destaca el manejo de plagas y enfermedades, sin uso de plaguicidas y fertilizantes químicos obtenidos sintéticamente. En este caso, estos son sustituidos por controladores biológicos y abonos orgánicos, lo que disminuye en gran medida el peligro humano y la contaminación ambiental. Entre los controladores biológicos, el uso de microorganismos antagónicos, ha resultado ser una pieza clave para el control de muchas enfermedades en los cultivos, a pesar de que todavía falta mucho por descubrir.
Actualmente, en Venezuela y otras partes del mundo, se distribuyen y venden diferentes cepas del hongo Trichoderma y de la bacteria Bacillus para el control de diferentes patógenos (Fusarium, Phytophthora, Colletotrichum, Alternaria, Cladosporium, entre otros), convirtiéndose éstos en los principales “caballitos de batallas” en la agricultura orgánica; Sin embargo, al hacer uso de estos microorganismos, debemos tener en consideración que estamos tratando con seres vivos, por lo que sería conveniente tomar en cuenta lo siguiente:
1.- Deben emplearse, preferiblemente, de manera preventiva y no “curativa”, ya que una de las principales estrategias que emplean estos microorganismos, es el de la competencia por el medio en el que se desarrollan. Por ejemplo, resulta más fácil para Trichoderma o Bacillus colonizar toda la rizosfera sin tener que competir con otro microorganismo por este espacio.
2.- Si desafortunadamente, la incidencia de la enfermedad es muy elevada, lo más recomendable es alternar con algún fungicida, y posteriormente, aplicar el controlador biológico.
3.- Deben aplicarse preferiblemente en horas de la tarde, cuando el sol comienza a ocultarse.
4.- A pesar que algunas casa comerciales indican que estos pueden ser combinados con otros productos, incluyendo algunos fungicidas, lo más recomendable es realizar las aspersiones de manera individual.
5.- Debemos tener una asperjadora exclusivamente para la aplicación de controladores biológicos, ya que, la mayoría de los ingredientes activos de los productos químicos podrían quedar adheridos a las paredes de las asperjadoras.
6.- El uso de estos de estos microorganismos, no solamente ayuda al manejo de enfermedades, también se han reportado efectos como estimulantes en la germinación de semillas y promotor del crecimiento de las raíces y del follaje.
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Como mencioné anteriormente, especies del género Trichoderma y Bacillus son los principales microorganismos usados como antagonistas de patógenos causantes de enfermedades en plantas, sin embargo, existe mucha más diversidad de estos, tanto para el control de enfermedades como de plagas que afectan los cultivos.
En la naturaleza existen muchos aliados que pueden ayudar a reducir los gastos y mantener sano al medio ambiente, es bueno comenzar a emplearlos a nuestro favor.
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