Algunas consideraciones para el establecimiento de una siembra de parchita o maracuyá.

Además del consumo fresco, algunas especies se cultivan de manera ornamental por la belleza de sus flores, y con fines farmacéuticos para la obtención de un componente denominado “passiflorina”, que posee actividad antioxidante.

Por Ing. Agr. J. Alberto Yépez/ yepezalberto@gmail.com

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La parchita amarilla o maracuyá (Passiflora edulis Sims f. flavicarpa Deg.), es un cultivo que cada vez adquiere mayor importancia en nuestro país, debido a que además de consumir sus frutos de manera directa, se pueden obtener una gran variedad de subproductos alimenticios tales como refrescos, duces y licores. Algunas especies se cultivan de manera ornamental por la vistosidad de sus flores, y con fines farmacéuticos para la obtención de un componente denominado “passiflorina”, que posee actividad antioxidante, equilibradora del sistema nervioso y disminución de la presión arterial.

Los requerimientos edafoclimáticos de este cultivo son los siguientes: altitud entre los 0 – 900 msnm, temperaturas entre los 24 y 30 °C, precipitaciones entre 800 y 1.500 mm, suelos con altos niveles de materia orgánica y pH entre 5.5 – 8.0. Es muy importante la preparación del terreno en donde vamos a establecer nuestra plantación, para lo cual debemos tener en cuenta que a estas plantas se adaptan mejor en suelos sueltos y bien drenados, y que su sistema radical alcanza en promedio, 50 cm de profundidad.

El tipo de soporte y conducción más usado para las plantas, es el denominado “espaldera”, ya que permite una mayor comodidad para el manejo agronómico de las plantas, tales como poda, aspersión de productos y cosecha. Esta se construye colocando postes entre las plantas, bien sea de madera u otro material resistente, y la altura dependerá del criterio de cada agricultor; Sin embargo, se recomienda postes de 2 m de largo, enterrados 0,5 m (2,5 m en total). El número total de hilos o “pelos de alambre” también estará en función al criterio de cada persona, y este puede variar entre 1 y 4, tomando muy en cuenta, que estos serán las guías de las ramas secundarias de cada planta. Esta estructura es muy similar a la cerca de un potrero y se recomienda que el largo de cada empalizada no supere los 50 m d largo, por razones de comodidad durante las labores de manejo. Una muy buena ventaja de este tipo de soporte, es que se puede establecer otro cultivo entre las hileras. Mientras las plantas de parchita están en sus primeras fases, se han obtenido buenos resultados con cultivos alternos como ají y pimentón.

Con respecto a distancias de siembra recomendadas, estas suelen ser entre 4 ó 5 m entre plantas y 3 m de ancho de callejón. Sin embargo, se tienen experiencia de 2 metros entre plantas, tomando en cuenta que se deberá llevar a cabo podas de formación y mantenimiento del cultivo, para evitar un follaje denso, permitir que se realice un mejor manejo del cultivo y alargar el ciclo de producción.

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