Estos insectos se han convertido en los más grandes aliados de las plantas, pero también de biolólogos, ecólogos, agrónomos e ingenieros forestales, ya que permiten entender como en el tiempo van ocurriendo cambios después de ser introducido algún manejo que puede afectar negativa o positivamente la diversidad biológica y fertilidad del suelo.
Por Ing. Agr. Elio Guevara/ Especialista en Producción Agrícola y Tratamiento de Aguas/ Email: guevara.elio@gmail.com/ Twitter: @guevaraelio
El suelo no solo representa el material para el sostén de las plantas, sino mucho más que eso. Debido a La importancia que tienen desde el punto de vista ecológico y agrícola los seres vivos que habitan en él, se han venido utilizando con más y mayor frecuencia, indicadores biológicos que permitan conocer la calidad del suelo desde aspecto sostenible y ambiental. Estos indicadores permiten en primer lugar, entender los cambios ocurridos en el ecosistema y su entorno, y en segundo lugar, sirven para complementar a los estudios físicos y químicos realizados tradicionalmente al mismo.
Solo basta ver la cantidad de especies que viven en el mantillo (hojarasca o capa orgánica), como hormigas, collembola, escarabajos y otras que hacen vida exclusiva en el suelo tales como larva de moscas, díplura, larva y pupa de escarabajo, archaeognata, collembola y protura, para entender que existen estrategias de coexistencia en un mismo hábitat. Estos insectos se han convertido en los más grandes aliados de las plantas, pero también de biolólogos, ecólogos, agrónomos e ingenieros forestales, ya que permiten entender como en el tiempo van ocurriendo cambios después de ser introducido algún manejo que puede afectar negativa o positivamente la diversidad biológica y fertilidad del suelo. Según (Socarrás, 2013) la mesofauna presente en el suelo interviene directamente en los procesos de descomposición de la materia orgánica y reciclaje de nutrientes, con especial énfasis en la mineralización del fósforo y nitrógeno, que son dos de los macronutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas.
De acuerdo con García, Álvarez y Bello (2004) citados por Socarrás (2013), los grupos de insectos en el suelo son reguladores del proceso trófico, y ayudan a su formación a través de aportes tales como deyecciones, excreciones, secreciones y con sus propios cadáveres, enriqueciéndolo parcialmente. Por otro lado, los insectos también contribuyen con la mejora de la estructura y porosidad del suelo por medio de sus galerías, que mejoran la oxigenación, la circulación del agua y nutrientes hacia las plantas.
Buena parte de los grupos que integran la mesofauna del suelo son muy sensibles a las perturbaciones naturales y antrópicas (del ser humano), provocando directamente cambios en su composición específica y su abundancia, teniendo como consecuencia la pérdida de especies y su diversidad, y finalmente, la disminución de la estabilidad y fertilidad. Observa en la Figura 1, como los cambios en el paisaje son abruptos, aunque no se ha realizado una carretera asfaltada, los pasos frecuentes de vehículos han eliminado la vegetación natural presente, y con ello seguramente también la disminución de insectos y los microorganismos en el suelo.
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La densidad de población y el balance de los insectos, permiten predecir y evaluar las transformaciones ocasionadas por la aplicación de diferentes métodos agrícolas en condiciones edafoclimaticas específicas. En un ensayo de campo llevado a cabo por Peréz y Guevara (2013) en la zona de San Pedro de Los Altos, Municipio Guaicaipuro, Edo. Miranda, Venezuela, se conoció que la población de lombrices en un área de 0,36 m2 de suelo franco arcilloso (20 cm de profundidad ) con siembra intensiva de cebollín (Allium fistolosum), era de 55.555 individuos/ha, con una tasa reproductiva de 0%, mientras que en el suelo en barbecho (2 años de descanso y sin siembra de cultivos) se encontró una población de 916.666 individuos/ha con una tasa reproductiva de 6,06%, situación que permite inferir que el uso intensivo de fertilizantes edáficos y la aplicación continua de herbicidas para el control de malezas y plaguicidas para el control de hongos e insectos tienen responsabilidad directa en la mesofauna presente, así como también en la fertilidad del suelo.
De acuerdo con Socarrás (2013) la mesofauna (Figura. 2) constituye una categoría zoológica cuyos componentes viven durante toda su vida en el suelo, lo cual incluye: ácaros (Acari), colémbolos (Collembola), sínfilos (Symphyla), proturos (Protura), dipluros (Diplura), paurópodos (Pauropoda), tisanópteros (Thysanoptera), socópteros (Psocoptera), enquitreidos (Enchytraeidae) y polixénidos (Polixenida). Dentro de estos grupos se destacan los ácaros y colémbolos, debido a que presentan hábitos alimentarios muy diversos.
Los ácaros son indicadores de la naturaleza y perturbación del ecosistema, basado básicamente en su abundancia, ya que conforman una población y densidad de cientos de miles de individuos por metro cuadrado. Algunas de sus especies como los oribátidos (Cryptostigmata), son importantes en la descomposición de la materia orgánica, por lo tanto son sensibles al contenido de materia orgánica, al porcentaje de humedad y al uso de insecticidas. Las especies de ácaros son muy diversas y forman poderosos ejércitos según sean las condiciones del medio por lo que se constituyen en excelentes indicadores de la calidad del suelo.
En cuanto a los colémbolos, dependen de factores como materia orgánica y humedad, y son muy susceptibles a las perturbaciones del medio (Chocobar, 2010), citado por Socarrás (2013). Estos organismos desempeñan un papel muy importante en el reciclaje de restos orgánicos, y son responsables directos en el fraccionamiento de restos vegetales. Los alimentos que consumen, una vez degradados, intervienen en la formación del humus y por ende en el nivel de fertilidad del suelo así como en indicadores directos como contenido de materia orgánica de un suelo (% MO), en la relación Carbono : Nitrógeno (C:N) y en el proceso de mineralización del mismo. En la figura 3 se puede observar como las termitas, hormigas y lombrices, comparados con un suelo testigo, pueden movilizar nutrientes, tales como calcio (Ca), nitrógeno (N), potasio (K) y magnesio (Mg) en el suelo (Kohlmann, 2003).
Otros insectos como los Psocópteros son indicadores del proceso de recuperación progresiva del suelo, sobre todo en zonas perturbadas. Protura, Diplura y Pauropoda son un grupo considerado como indicadores de la estabilidad del medio edáfico o suelo.
Los insectos del suelo También consumen hongos patógenos ayudando a disminuir el uso de fungicidas para su control.
Muestreo de insectos:
En cuanto al método de muestreo, de acuerdo con Kolhmann (2003), para la obtención del número de individuos por metro cuadrado, es muy sencillo, sólo basta con delimitar la zona de cultivo o bosque en estudio definiendo pequeñas áreas de 0,5 m x 0,5 a una profundidad de 30 cm. rodeado por una pequeña zanja de unos 20 cm para evitar que se escape la fauna. Una vez definida sólo basta en dividir esta columna de suelo en 4 capas de 10 cm cada una, donde se procede a cortar la columna de suelo con un palin o pala. Cada capa es revisada manualmente por terrones en un tobo o envase plástico, con agua (animales, hojas, y raíces quedan flotando) donde se obtendrán huevos, larvas, pupa e individuos jóvenes y adultos de las diferentes especies, las cuales deberán ser preservadas y conservadas en envases de vidrio con alcohol o formol para su traslado al laboratorio o lugar previamente definido para su identificación, clasificación, cálculo de densidad, biomasa, estructura de clase y tasa de reproducción (calculada a partir del número de huevos recolectados sobre el total de individuos perteneciente a una especie, orden y familia), así como también el cálculo de nutrientes que son capaces de movilizar por cada kilogramo de suelo. El muestreo debe ser realizado de forma rápida y con la ayuda de al menos 2 personas debido a que los insectos se mueven muy rápido por sus galerías al detectar los golpes y cortes en el suelo que se producen al momento del muestreo.
En último lugar, los organismos bioindicadores de la calidad del suelo son consideras como perfectos aliados en el estudio sostenible del recurso suelo, permitiendo entender con la correlación de datos e información la salud del suelo y la calidad del mismo para el desarrollo de una actividad agrícola o forestal, permitiendo así mitigar efectos negativos por el posible impacto ambiental de una actividad o permitiendo recuperar el mismo después de efectos ocasionados por causas naturales o antrópicas.
Referencias bibliográficas:
Peréz, M. y Guevara, E. (2013). Ensayo de biomonitoreo en lotes de cebollín. San Pedro de Los Altos, Municipio Guaicaipuro, Estado Miranda, Venezuela. Empresa: Hidroponías Venezolanas, C.A.
Socarrás, A. (2013). Mesofauna edáfica: indicador biológico de la calidad del suelo. Estación experimental de pastos y forrajes, Indio Hatuey, Matanzas Cuba. Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal. Pastos y Forrajes, vol. 36. núm. 1. Enero – marzo. pp. 5 – 13. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/2691/269127587001.pdf
Kolhmann, B. 2003. Manual del curso de ecología. Universidad EARTH. Las Mercedes de Guácimo, Costa Rica. p: 146 – 156.