¿Por qué utilizar coberturas vegetales en el suelo?

Dentro de los beneficios que proporcionan las coberturas en el suelo, están la capacidad de retención y almacenamiento de humedad, disminución de la erosión, incorporación de materia orgánica, entre otros. 

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Ing. Agr. José Alberto Yépez/ correo: yepezalberto@gmail.com/twitter: @yepezzalberto 

En la actualidad, se están investigando y desarrollando tecnologías que sirvan para la conservación de los suelos, ya que es allí donde nacen, crecen y se desarrollan las plantas que producen alimentos para las más de 7.500 millones de personas que vivimos actualmente en este planeta. Lo anterior nos da un vuelco retórico en las costumbres que empleaban nuestros antepasados en la agricultura; y es que desde siempre, casi todos los alimentos que consumimos o utilizamos a diario, provienen de cultivos a campo abierto, por lo que resulta una necesidad básica la conservación de este recurso.

Dentro de las Buenas Prácticas Agrícolas, el uso de coberturas vegetales está destinado fundamentalmente a la agricultura tradicional, orgánica y conservacionista, y con fines de preservar el recurso suelo, conservar el recurso agua y de otras características que hacen que un suelo sea adecuado para el desarrollo de los cultivos.

A diferencia de la agricultura conservacionista, la agricultura convencional está representada habitualmente por grandes extensiones de terreno para la producción de un solo rubro, y en el que se dispone de alta tecnología, y por lo general, no se toma en consideración criterios para la conservación del suelo, lo que a la larga genera desgaste acumulado del mismo, evidenciado a través de la ocurrencia de compactación, erosión, agrietamiento, pérdida de su fertilidad natural, además de contaminación a causa de aplicaciones excesivas y/o injustificadas de ciertos productos químicos.

Obviamente, no quiero dar por sentado que en este tipo de sistema productivo no sea posible la adopción de prácticas conservacionistas, sino que desde un punto de vista económico, operativo (y hasta político), en algunos casos resultaría una práctica poco rentable; y es que en la mayoría de los casos, bajo este sistema, se producen la mayoría de los alimentos que presentan mayor demanda en la actualidad, tanto para la alimentación humana como animal (cereales, leguminosas, algunos frutales de ciclo corto, cebolla, por citar algunos). Tal vez solo sea cuestión de tiempo para poder lograr una verdadera transición que permita una agricultura realmente conservacionista.

Coberturas vegetales.

Las coberturas vegetales podemos agruparlas en dos tipos: cobertura viva y cobertura muerta (o mulch). La primera se refiere a la siembra de plantas rastreras o de porte bajo para un cultivo u otra ocasión en particular, y como ejemplo de este último, se tiene la siembra de vetiver (Chrysopogon zizanioides (L.) Roberty, fam. Poaceae) para la fijación de los taludes en las carreteras u otras zonas con elevada pendiente y riesgo de erosión e inclusive deslave.

Figura 1. Colocación de residuos vegetales en el suelo.
Figura 1. Colocación de residuos vegetales en el suelo.


Por otro lado, por coberturas muertas se refiere a la aplicación de residuos vegetales (hojarasca, resto de cosechas) directamente al suelo (Figura 2), citando como ejemplo la particularidad que se presenta en el Parque Nacional Henry Pittier, donde constantemente se tiene un cobertura de hojarasca, lo que contribuye al reciclaje de nutrientes, al mantenimiento de la humedad en el suelo, y sirviendo de materia prima para la descomposición microbiana, y por ende al mantenimiento de este ecosistema tan complejo, como es la selva nublada.

alberto mulch
Figura 2. Aplicación de mulch al suelo de un cantero.

Ya desde el punto de vista agronómico, tenemos que, independientemente del tipo de cobertura que se emplea, dentro de los beneficios que estas proporcionan, se tiene capacidad de retención y almacenamiento de humedad, así como la disminución de la erosión, incorporación de materia orgánica, entre otros.

Con respecto al almacenamiento de humedad, la capa vegetal actúa como especie de aislante, impidiendo la incidencia directa de los rayos solares en sobre la superficie del suelo, por lo que este se calienta muy poco, y el agua que contienen poco se evapora. Esto resulta de gran utilidad en zonas donde el recurso agua es muy limitado, ya que la presencia de coberturas muertas podrían ayudar a prolongar los intervalos entre cada riego. Un ejemplo de lo anterior, se cita en el trabajo realizado por Salazar et al., (2011[1]), en el cual se evaluó el efecto de aplicación de residuos vegetales (0 %, 50 % y 100 %) sobre la pérdida de agua y suelo y el desarrollo del cultivo de maíz, encontrando menor pérdida de agua por escorrentía, menor pérdida de suelo, mayores intervalos de riegos y mejor desarrollo del cultivo en los tratamientos con cobertura.

Otra ventaja que ofrecen las coberturas vegetales es la reducción de presencia de malezas en el cultivo, bien sea, a través de coberturas vivas o mulch. En tal sentido, la siembra de maní forrajero (Arachis pintoi Krapov. & W.C.Greg., fam. Leguminosae), por ejemplo, resulta una alternativa viable en cultivos frutales como cítricos y parchita, además de propiciar la incorporación de nitrógeno al suelo, estimulo sobre la diversidad biológica y mejora en el contenido de materia orgánica de los suelos, además de ser utilizado para la alimentación de ganado bovino. Igualmente, la incorporación al 100 % de mulch o una capa de vetiver al suelo, reduce el crecimiento de algunas malezas como Cynodon spp. (40 %),  Cyperus spp. (30 %), Mimosa spp., Euphorbia spp., Sorghum  spp., e Ipomoea spp. (30 %)[2]

La aplicación de esta y de otras muchas Buenas Prácticas Agrícolas, deben convertirse en el norte de los agricultores en la actualidad, ya que de esta manera, estamos garantizando la producción de alimentos de buena calidad, y a un costo ecológico aceptable.

Figura 3. Plántula emergiendo a través de la cobertura.
Figura 3. Plántula emergiendo a través de la cobertura.

[1] Salazar Y.; Ospina A.; Florentino A. 2011. Efecto de la cobertura de residuos sobre las pérdidas de suelo y agua y el desarrollo del maíz, bajo condiciones de lluvia simulada, en un suelo de Yaracuy.

[2] Arrieche, 2009.  Est. Exp. “San Nicolas”, FAGRO UCV.

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